La Antártida no está a salvo

La Antártida no está a salvo

Fecha de Publicación: 28/01/2009
Fuente: La Voz del Interior
País/Región: Antártida



Se presumía que la Antártida estaba a salvo del calentamiento global, pero los últimos estudios y evaluaciones estadísticas demuestran que padece un proceso similar al del resto del planeta.
Mala noticia para el planeta en general y para la Argentina en particular: científicos de la Administración Nacional del Espacio de los Estados Unidos (Nasa) y de la Universidad de Washington demostraron que la Antártida no permanece al margen del problema del calentamiento global: durante los últimos 50 años se ha estado calentado a un ritmo similar al del resto del mundo.
Teníamos indicios preocupantes al respecto, como las gigantescas masas de hielo que se desprenden de la plataforma y comienzan su navegación hacia el norte mientras se deshielan. La plataforma occidental se alza unos 1.800 metros sobre el nivel del mar –mucho menos que los tres mil metros de la oriental– y tiene un clima más suave que el resto del continente, con tormentas relativamente templadas y muchas más precipitaciones (en forma de nieve, desde luego).
Considerado todo eso, la Antártida Occidental se ha estado calentando una décima de grado centígrado por década desde 1957 o medio grado de promedio en los últimos 50 años. En cambio, las temperaturas de la superficie del Ártico subieron el doble que las del Antártico y que las del resto del planeta, y su deshielo fue mucho más acusado. "Pero las evidencias más recientes –se afirma– apuntan a que el calentamiento antártico bulle latente bajo la fría calma".
En este sentido, los últimos datos elaborados sobre la base de núcleos o testigos de hielo, que son muestras cilíndricas extraídas de gran profundidad, ya indicaban que la franja antártica occidental se ha calentado en los últimos 50 ó 100 años mucho más que lo que marcan las mediciones de superficie.
En realidad, no son necesarias demasiadas mediciones superficiales. El calentamiento regional al que está sometida la península Antártica habría sobrepasado, por lo tanto, la magnitud y la duración de episodios de calentamiento anteriores. Basta con observar los desprendimientos de gigantescos glaciares que están provocando el crecimiento del nivel del mar planetario. Este hecho habría causado la aceleración de los fenómenos de fusión, la reducción del grosor de la plataforma de hielo y, finalmente, su colapso.
El caso emblemático fue el derrumbe de las barreras Larsen en las dos últimas décadas. La plataforma antártica Larsen B se desprendió de repente en marzo de 2002 y los científicos que la estudiaban se salvaron de milagro. La inmensa plataforma glacial de más de 5.700 kilómetros cuadrados de superficie (de los cuales ha perdido en los últimos cinco años un área de 3.250 kilómetros cuadrados) y 720 kilómetros cúbicos de volumen, que se habría formado hace más de 12 mil años, colapsó en forma dramática en las aguas antárticas. En un lapso de 35 días, la gran barrera de hielo se fragmentó en miles de icebergs que se hundían a la deriva en el mar de Weddell. "Los cambios biológicos asociados a este desplome tienen pocos precedentes en tiempos históricos", sostiene el informe.
A su vez, la gran barrera de hielo antártico Wilkins, con un tamaño de 415 kilómetros cuadrados y a sólo 1.600 kilómetros de Sudamérica, está a punto de derrumbarse y sólo se mantiene en pie por un pequeño trozo cuyo ritmo de fusión es relativamente más lento. "Hemos venido para ver su agonía", reconoció el especialista del Servicio Británico en la Antártida David Vaughan, después de realizar el que probablemente será su último aterrizaje en ella. Los expertos la califican como "la última víctima del calentamiento global". Científicos de Investigación Atmosférica de Estados Unidos y de la Universidad estatal de Ohio en Columbus confirman que la actividad humana contribuye a este calentamiento.
Estas catástrofes antárticas aumentan la desalinización del mar, alteran su biomasa e hipotecan el futuro de una de las mayores reservas de agua potable y alimentos, mientras los gobiernos del mundo siguen envueltos en una sórdida disputa acerca de las inversiones que deben realizarse para detener el proceso de recalentamiento global. Hasta ellos parece no llegar el cósmico estruendo de las masas de hielo que se agrietan y derrumban.

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